Google: intelectuales
o inteligentes
http://www.lavoz.com.ar / 10/08/2011/ Ricardo Trotti
No se
puede decir que Google y otras herramientas digitales nos idiotizan. Puede que
los hábitos cambien, pero jamás un cambio tecnológico trajo retrocesos.
El premio Nobel de
Literatura Mario Vargas Llosa se sumó a un grupo de notables detractores de
Internet, ya que piensa que el uso de los motores de búsqueda como Google nos
hace menos inteligentes. En coincidencia con lo que dice el periodista Nicholas
Carr en su libro La
frivolidad: lo que Internet está haciendo a nuestras mentes, el escritor
peruano cree que cuando una persona deja de ejercitar su memoria, el cerebro,
como un músculo, se entumece o atrofia.
Vargas Llosa piensa que Internet y Google son el
comienzo del fin de la contemplación y del razonamiento profundos, aunque puede
estar confundiendo intelectualidad con inteligencia. Su argumento no es
novedoso. Siempre hubo agoreros que pronosticaron trastornos mentales ante cada
cambio tecnológico que afectó la conducta humana.
Sin embargo, un experimento de la Universidad de
California comprobó en 2008 que quienes usan Internet tienen mayor actividad
mental, mejores habilidades y más rapidez para tomar decisiones y resolver
asuntos complejos, todos indicios de mayor inteligencia. Otros estudios
adjudican similares características a los usuarios de videojuegos, quienes,
además, por su actividad mental, tendrían menos propensión a padecer mal de
Alzheimer.
Indicadores. Vargas
Llosa desatiende los indicadores de inteligencia. La lectura de Carr lo
convenció de que el cerebro es una entidad moldeada por la práctica, por lo que
si no se usa para la contemplación, el análisis y la memoria, pronto se
idiotizará, al contrario de lo que establecen estudios neurológicos que
demostraron que la mente evoluciona, aprende y se adapta a cada experiencia.
Cuando llegué a Estados Unidos, hace unos 30 años, me
sorprendí cuando un profesor nos dijo que para contestar las preguntas del
examen debíamos consultar los libros de la biblioteca. Desde mi visión
argentina, aquello era “copiar”. Al terminar la prueba, me di cuenta de que
consultando y cotejando información y autores sobre un mismo tema, había
aprendido a aprender, mucho más que memorizando datos.
Ese tipo de ejercicio es el que hoy se practica a
través de Internet. La investigación para encontrar datos confiables o desechar
los irrelevantes no nos idiotiza; al contrario, es un ejercicio mental que nos
ayuda a aprender otras habilidades y tener memoria más selectiva. Como le
sucede a muchos, no soy capaz de recordar fechas, lugares o temas, pero sí
recuerdo cómo clasifico y categorizo miles de archivos en mi computadora.
No tener mente enciclopédica no es sinónimo de
estupidez. La científica Betsy Sparrow, en un reciente estudio de la
universidad Harvard y de Columbia, concluyó que estamos acostumbrándonos a usar
Google como “memoria externa”. En su trabajo “Los efectos de Google en la
memoria”, comprobó que los motores de búsqueda no cambian la profundidad de
nuestros pensamientos ni atrofian nuestros cerebros, sino que adoptamos otros
tipos de memorias para obtener y seleccionar en la sobreabundancia informativa.
Vargas Llosa puede tener algo de razón cuando plantea
que el picoteo informativo en Internet no nos permite mayor concentración.
Sería formidable tener un equilibrio entre la Sorbona y Silicon Valley. Pero si
no es así, no se puede decir que la aparición de Google y otras herramientas
digitales nos idiotizan. Puede que los hábitos cambien y haya períodos de adaptación
de conductas, pero no debemos preocuparnos por terminar estúpidos, porque la
experiencia histórica demuestra que jamás un cambio tecnológico trajo
retrocesos.
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