Archivos
de músicos, más seguros en familia
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07/12/2011
Herederos
de Revueltas, Moncayo y Blas Galindo revelan lo difícil que es decidir el
futuro de los acervos musicales porque no confían en instituciones del país
para donarlos
Los
archivos de tres de los grandes compositores de nuestro país se encuentran en
posesión de sus herederos por una razón fundamental: no confían en que las
instituciones académicas o culturales los resguarden con responsabilidad y
porque prefieren mantener el acervo en el seno familiar.
Los
hijos de Clara Elena Moncayo, hija menor de José Pablo Moncayo, se enteraron a
través de la prensa que su tía, Claudia Moncayo, había puesto a disposición del
Consejo Nacional para la Cultura y las Artes (Conaculta) parte del archivo del
compositor a cambio de su difusión y de un “monto decoroso”. Ellos, dicen, no
fueron avisados y explican en entrevista que también poseen material del autor
de “Huapango”, mismo que permanecerá en su posesión pero que ponen a disposición
de investigadores interesados. Además, aseguran, no desean más beneficio que el
que marca la ley por derechos de autor.
Eugenia
Revueltas, hija de Silvestre Revueltas, también posee en su casa el acervo de
su padre. Una vez donó a la UNAM una serie de microfilms de algunas de las
partituras del compositor, uno se perdió.
Carlos
Blas Galindo, hijo de Blas Galindo, está en la misma posición y asegura que no
ha sido tarea fácil difundir el legado de su padre.
En
entrevista, los herederos narran lo que ha sido su vida a partir de sus famosos
apellidos y lo difícil que ha sido trabajar en la difusión de la obra de sus
célebres familiares.
Eugenia
Revueltas Acevedo
La
hija de Silvestre Revueltas posee una preparación académica y una larga y
brillante carrera consolidada en más de 40 años de investigación humanística;
además es destacada maestra en la Facultad de Filosofía y Letras de la UNAM.
Tenía seis años de edad cuando se enteró de que su padre había muerto.
Reconstruir
la figura del compositor de obras elementales de la música mexicana como
“Sensemayá” se volvió una obsesión.
“Fui
a una tienda y la señora que atendía preguntó quién era yo, cuando le
respondieron, dijo: ‘Su padre es el que acaba de morir’. Así me enteré de su
muerte, accidentalmente. Un golpe muy duro del que uno no se recupera nunca”,
cuenta.
El
apellido Revueltas, dice, ha sido una gran responsabilidad, pues se trata de
una familia de artistas que han brindado grandes aportes a la cultura de
México. Sin embargo, por años, Eugenia intentó mantenerse al margen de la
difusión de la obra de su padre, pues su recuerdo era doloroso.
La
primera vez que dictó una conferencia sobre el compositor, un hombre se acercó
a ella para contarle anécdotas sobre el alcoholismo de su padre. “Había gente
que lo único que me sabía decir es que habían estado de parranda con él.
Después pensé que mi padre fue aún más grande porque pese a su alcoholismo y a
su posible bipolaridad, logró hacer una obra extraordinaria”.
Tras
construir esta certeza, Eugenia se adentró aún más en la historia de Silvestre
y decidió difundir su obra. Sin embargo, al día de hoy tiene dudas sobre quién
podría ser el mejor custodio de la obra. “Después del incidente en la UNAM, mi
tía no quiso confiar en nadie más y a mí me hizo pensar mucho. Una de mis
opciones fue la Universidad de Austin, pero alguien me dijo que tal vez
llegaría un día en que todos nuestros documentos terminarían en Estados Unidos.
“Ahora
he pensado en que tal vez Condumex -empresa de Grupo Carso- sea más confiable.
Lo que sí sé es que de México no saldrá el material”. Mientras toma una
decisión, agrega, su carácter de investigadora la obliga a apoyar a todo aquél
que desee hacer un trabajo serio sobre el compositor y pone a su disposición el
material que incluye partituras, cartas, libros, periódicos y documentos.
Carlos-Blas
Galindo
La
historia de Carlos-Blas Galindo es distinta a la de Eugenia, él sí logró
mantener una larga y entrañable relación con su padre, autor, entre otras
cosas, de “Sones de Mariachi”.
Sin
embargo, tampoco tiene claro sobre el destino idóneo para el acervo del
compositor fallecido en 1993.
El
año pasado se conmemoraron los 100 años del natalicio del músico jalisciense, a
propósito de la efeméride se ofrecieron conciertos y se realizaron algunas
grabaciones.
Aunque
la difusión de la obra ha crecido gracias al trabajo que Carlos-Blas y su
hermano han hecho, no ha resultado suficiente.
Mientras
que el resguardo del acervo de Galindo sigue siendo una controversia familiar.
“Somos sólo dos hermanos, pero no hemos logrado ponernos de acuerdo en esto. Mi
hermano alguna vez quiso que en la casa donde falleció mi padre se hiciera un
museo de sitio, pero no se concretó porque era complicado y costoso. No nos han
faltado ideas, pero anquilosar un acervo no ha sido un gran interés para
nosotros, además no hay muchas opciones dentro del país. Hay lugares que no
creemos prudentes, como el Conservatorio Nacional de Música y hay otros que
estarían dispuestos a pagar por los manuscritos, como la Universidad de Austin.
A nosotros no nos mueve el lucro, sólo estamos comprometidos con su difusión,
que no es fácil. No hay prisa por tomar esa gran decisión”, dice.
Clara
Elena Gálvez Moncayo
Clara
Elena Gálvez es hija de Clara Elena Moncayo, hija menor del compositor de
“Huapango”, considerada una de las obras más importantes en la historia de la
música de México.
Hace
unas semanas se enteró de que se prepara un homenaje nacional en 2012 a
propósito del centenario del nacimiento de su abuelo, evento impulsado por el
Conaculta, su primo Rodrigo y su tía Claudia.
También
supo que su familia sostuvo que resguardan material inédito de José Pablo. Es
cierto, dice, pero aclara que Clara Elena, su madre, antes de morir se encargó
de llevar a casa parte de ese archivo, que incluye partituras, cartas
familiares, entre otros objetos del compositor.
El
material está ahí, en su departamento de la colonia Chimalistac, esperando que
un investigador se interese en explorarlo con seriedad.
“Me
parece muy bien el homenaje que harán, pero quiero aclarar que hay otros
herederos, mi hermano Rogelio y yo. Nosotros buscamos su difusión sin fines de
lucro y deseamos que se diga con claridad que mi abuela Clara Elena nunca negó
a su familia la posibilidad de revisar el archivo José Pablo, las cajas estaban
ahí y poco a poco mi madre trajo parte de eso. Es cierto que a ella le dolía
mucho el recuerdo de mi abuelo, pero en todo caso somos nosotros quienes hasta
hemos buscado su difusión”, aclara.
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