DE CÓMO A TRAVÉS DE LOS ARCHIVOS SON CAPTURADOS LOS ASESINOS
>> martes, 21 de junio de 2011
Memoria para la no repetición
http://www.elespectador.com /
21/06/2011 / Rafael
Orduz
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21/06/2011 / Rafael
Orduz
En días pasados
fue capturado en Jutiapa, Guatemala, el coronel retirado Héctor Bol de La Cruz,
de 71 años.
Entre 1983 y 1985 había sido
el director de la antigua Policía Nacional (PN) cuando el dictador de turno era
Mejía Víctores. La Fiscalía de DD. HH. lo acusa de ser el autor intelectual de
la desaparición, tortura y muerte de Fernando García, un líder sindical
asesinado por policías que lo capturaron en 1984.
En un país cuyo conflicto
armado se prolongó por casi cuatro décadas, el esclarecimiento de la verdad
alrededor de los 200 mil asesinatos y, dentro de ellos, 40 mil desapariciones,
resulta empresa poco menos que imposible.
No obstante, a veces hay luz.
La PN fue disuelta en el 96 y, con ella, desaparecieron los archivos.
Años después, en completo caos, fueron hallados en un depósito militar.
Tras cuatro años de trabajo,
el experto colombiano en estadística Daniel Guzmán, vinculado al grupo de
análisis de DD. HH. de la organización norteamericana Benetech, logró, mediante
sofisticadas técnicas de muestreo, reunir el material probatorio para
esclarecer el asesinato de García. A fines de 2010 fueron condenados a cuarenta
años dos agentes de policía, perpetradores directos. Gracias a la documentación
reunida por Benetech fue capturado también Bol de la Cruz, conocedor pleno del
proceso de captura y asesinato.
¿Algún significado para
Colombia y su conflicto?
A propósito de la Ley de
Víctimas, una clave está en “avanzar en ejercicios de reconstrucción de memoria
como aporte a la realización del derecho a la verdad del que son
titulares las víctimas y la sociedad en su conjunto” (A.143). La memoria es base
para la no repetición y el repudio de los hechos y de la cultura generadores de
víctimas.
Además del aporte que la
ciencia y la técnica, como en el caso guatemalteco, pueden realizar a la
memoria histórica, está, desde luego, su contribución a la memoria judicial
mediante la construcción de acervos probatorios. La impunidad alienta la
reproducción de hechos atroces.
Alrededor de la memoria hay
inmensas oportunidades y también riesgos.
La oportunidad consiste en
tomar la ley en serio, materializando sus propósitos, haciendo de la
memoria un factor ejemplarizante para que los actos violentos no se repitan. Si
en sociedades posconflicto hay inmensas dificultades para consolidar la paz,
con mayor razón en Colombia, en paz a medias, donde muchos individuos aún
utilizan sus fusiles, reclutan niños y niñas y cometen toda suerte de
violaciones en el marco del conflicto.
El riesgo está en el uso de
fragmentos de memoria, sin el rigor que permita configurar contextos que sirvan
de lección social. O también, en la memoria literal (“Usted mató a mi papá”),
que insta al ejercicio de la venganza.
Si la sociedad se inscribe en
procesos de memoria ejemplar, habrá posibilidad de que nos embarquemos en el
repudio a la repetición de los hechos que dejaron millones de víctimas y caminemos
hacia la paz.
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