Alarmante tráfico de datos
personales
TEGUCIGALPA.- “Lo siento, esa
información es confidencial”. ¿A cuántos hondureños les resulta familiar esta
frase? La repiten en dependencias del gobierno, en bancos y en instituciones,
cada vez que alguien les solicita datos de su interés.
Y mientras eso sucede,
“cualquiera” tiene acceso al número de celular, dirección de la casa, sueldo y
hasta las deudas.
Esa sorpresa se llevó
Humberto Laínez, cuando se puso sus mejores galas para una entrevista de
trabajo. Una guapa jefe de personal le hizo una serie de preguntas. La
expresión en su rostro reflejaba que el muchacho de 28 años era el candidato
ideal para ocupar la plaza.
Sin embargo, de repente la
mujer frunció el ceño, al observar la pantalla de una computadora.
“¡Qué lástima!, usted está en la Central de Riesgos y no podemos contratarlo”,
le dijo la ejecutiva al pobre Humberto que buscaba un empleo precisamente para
salir de sus deudas.
“Ahí me sacaron en cara
que debo seis meses de cable; no he podido pagarlo porque me quedé sin trabajo
y ahora que trato de colocarme me discriminan por esa deuda”, lamentó el joven.
Muy sorprendida quedó la
profesora Marcia Benítez al visitar una casa comercial para sacar al crédito un
juego de comedor.
“Un muchacho me pidió mi
número de identidad y lo escribió en la computadora. De inmediato le
aparecieron en la pantalla todos mis datos, mi sueldo, la escuela en la que
trabajo y hasta las cuotas que me faltan por pagar de un préstamo que saqué
hace cuatro años”.
La docente agradece a Dios
que se trataba de un joven honrado, sin embargo, el saber que sus datos
personales son del dominio público le despertó cierto temor.
A una comerciante, cuyo
nombre pidió omitir, también le causó rabia y desconfianza el recibir
constantes llamadas de vendedores de seguros, cuando se supone que ella posee
un número privado.
“Todavía me pregunto, cómo
hicieron para conseguir mi número, ¡hasta me llamaron a mi casa cuando no
contesté el celular! Esto es una violación a la privacidad”, comentó la dama,
con evidente cólera.
LA MINA DE
ORO
Las bases de datos de
dependencias estatales, de bancos nacionales, de institutos de previsión
social, de colegios profesionales y de las cámaras de comercio del país son una
“mina de oro” para quienes venden información por jugosas sumas de dinero, o bien,
la utilizan para detectar a hondureños de “alto perfil”.
Mónica Mejía, ex empleada
de una importante empresa y cuyo nombre real prefirió omitir, recordó que
“trabajé por casi 10 años en un banco y para uno, una base de datos es como una
“mina” porque le permite contactar clientes potenciales para ofrecerle diversos
servicios”.
Según la joven, en el
pasado había que perder mucho tiempo visitando a personas que al final no
tenían el perfil necesario para adquirir ciertos seguros o tarjetas de crédito.
“Ahora, primero se
consigue la información y después se vende, pero ya se va a lo seguro porque
sabemos qué venderle a qué persona, ya que sabemos cuánto gana, dónde trabaja y
qué deudas tiene en el momento”.
De acuerdo a Mejía,
gracias a “contactos” de sus ex compañeros de trabajo en las cámaras de
comercio, podían localizar a empresarios de Tegucigalpa, San Pedro Sula, La
Ceiba, Choluteca y otras ciudades.
“Así teníamos los números,
nombres y dirección de los grandes empresarios a los que les podíamos ofrecer tarjetas”,
dijo.
“Muchas veces nos
prestábamos bases de datos de un trabajo a otro, con toda la información de los
tarjetahabientes”.
“Teníamos acceso a bases
de hondureños que trabajan en el extranjero y que reciben más de 10 mil dólares
de salario. Aparecen los teléfonos de las residencias, de los negocios,
celulares y dirección de la casa”.
“También tuve acceso a una
base de datos de ciudadanos extranjeros con inversiones en Honduras, ahí se
sabe incluso si tienen residencia”.
Según la contadora,
algunos de sus ex compañeros no eran despedidos, únicamente por tener acceso a
distintas bases de datos, lo cual les permitía obtener un empleo en otra
institución financiera rápidamente.
“En el lugar en el que yo
trabajé, amenazaban a los vendedores que se iban, para que no comentaran este
tipo de cosas. Por lo general estas bases las manejan impresas o en una USB
para que no quede huella en la red sobre esta información”.
DELINCUENCIA
¿Quién sabe en cuántas
bases de datos circula su información personal? ¿Quién le garantiza a un
hondureño que sus datos no caerán en manos de delincuentes?. Los llamados
“contactos” pueden brindar valiosa información a simples vendedores de bancos o
casas comerciales, pero también a bandas de secuestradores o dedicadas a la
clonación de tarjetas de crédito.
Por lo general los
empleados, ex trabajadores o personal del Departamento de Sistemas de las
empresas o instituciones son los que venden o facilitan las bases de datos a
ejecutivos vinculados a la venta de productos o servicios.
Para el caso, en la red
circulan diversos anuncios clasificados en los que se ofrecen bases de datos de
Honduras.
“Compro y vendo bases de
datos de clientes con muy buenos perfiles económicos, con tarjetas de crédito
Platinum y Oro”, señala un cibernauta hondureño, que también deja su número de
celular para que lo contacten.
En otro mensaje se ofrecen
bases de datos de Honduras, específicamente un “directorio empresarial”, con
más de cinco mil empresas, “con todos sus datos, nombre, dirección, teléfono…”.
Hay compradores que
incluso piden nombres de los directores, gerentes y profesiones, mientras los
comerciantes dan un listado de más de 50 países, entre estos, Honduras, para
que el cliente pueda elegir las bases de datos disponibles.
En Honduras, la garantía
constitucional del Habeas Data señala que “toda persona tiene el derecho a
acceder a la información sobre sí misma o sus bienes, en forma expedita y no
onerosa, ya esté contenida en bases de datos, registros públicos o privados y,
en el caso de que fuere necesario, actualizarla, rectificarla y/o enmendarla”.
Asimismo, la Ley de
Transparencia y Acceso a la Información Pública establece que son datos
personales confidenciales “los relativos al origen étnico o racial,
características físicas, morales o emocionales”.
La ley agrega que son
datos confidenciales el “domicilio particular, número telefónico particular,
dirección electrónica particular, participación, afiliación a una organización
política, ideología política, creencias religiosas o filosóficas, estados de
salud, físicos o mentales, el patrimonio personal o familiar y cualquier otro
relativo al honor, la intimidad personal, familiar o la propia imagen”.
Lamentablemente, aunque
las empresas e instituciones públicas o privadas manejan con reserva sus archivos,
la fuga de información personal delata la vulnerabilidad de sus departamentos
de sistemas. Esta debilidad pone en alerta a miles de hondureños que no saben
quién los llamará el día de mañana y con qué propósito.