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>> domingo, 10 de julio de 2011
La última bofetada de Chaplin al Führer
http://www.elpais.com
/10/07/2011/ LUCIA MAGI
La filmoteca de Bolonia descubre un
fotograma inédito de 'El gran dictador', su primer filme íntegramente sonoro
Taberna Beer Garden, plano general. La cámara
capta a Hynkel de espaldas, sentado encima de un barril. Las manos en el aire,
está pontificando frente al gordo y tontorrón Herring, que será su ministro de
Guerra, y a Garbitsch, afilado futuro titular de Propaganda. De repente, Hinkel
se levanta. La cámara Dolly se acerca a sus nalgas, donde la madera ha dejado
impresa la marca de la cerveza, dos pequeñas cruces. Él se mira y exclama
entusiasta: "¡Qué bonita imagen para representar mi Imperio!".
Se trata de un extracto del guion que Charlie Chaplin
escribió para El gran dictador.
La escena representaba el nacimiento de aquel símbolo que parodia la esvástica
nazi y atrapa en la ficción cinematográfica a los fanáticos de un régimen que
pretendía dominar el mundo. La escena no aparece en la versión definitiva de
1940. Hasta hace una semana nadie sabía que el artista llegó a interpretarla en
1938. EL PAÍS publica en exclusiva la única foto del rodaje de esa escena, la
última irreverente bofetada que Chaplin destina al Führer: su vacua retórica
triunfante brota por casualidad una noche de borrachera.
Es la primera película en la que el genio inglés utiliza
integralmente el sonido, en la que escribe un guion con diálogos, movimientos
de escena, focos y cámaras. Le costó tres años de trabajo intenso (de 1937 a
1940), 45 versiones distintas y una montaña de recortes, apuntes y castings. "Preparar
un guión es como cultivar un árbol: lo riegas, lo abonas. Crece, crece y al
final debes sacudirlo para que se caigan las hojas que sobran", confesaba
Chaplin a Jean Cocteau. Estaba acostumbrado a desarrollar sketches, a usar su instinto
para dirigir o a acaparar la escena, no a trabajar de la forma organizada que
le imponía el sonido. Por eso, la parodia del Tercer Reich constituye el
apartado más voluminoso de su archivo.
Chaplin fue un escrupuloso conservador de su obra. Todo lo
que produjo hasta su muerte en 1977 pertenece a su familia, a la Asociación
Chaplin de París, dirigida por su hija Josephine y su asistente Kate
Guyonvarch. El material de 60 años de vida y cine -más de 130.000 archivos
entre guiones, notas de rodaje, cartas, contratos, fotogramas y fotos- se
conserva en Bolonia. Los estudiosos de la filmoteca municipal lo catalogan,
restauran y digitalizan. "Lo ponemos a salvo", dice Cecilia
Cenciarelli, que coordina el proyecto
[se puede consultar en línea:
www.charliechaplinarchive.org]. "De El
gran dictadortenemos más de 5.000 folios". La semana pasada,
Cenciarelli estaba preparando un congreso sobre la película y, buceando,
encontró un negativo denominado Double
cross.Lo reveló y entre sus manos apareció la escena de la taberna Beer
Garden, con el bautizo de aquella ideología fatal y megalómana en un barril de
cerveza en lugar de una pila bautismal.
"Ahora sabemos cómo a Chaplin se le ocurrió la
parodia de la esvástica o, mejor dicho, cómo quería que se le ocurriera a
Hitler-Hynkel: de forma frívola, casual. En inglés,double cross significa hacer un doble juego,
engañar. De la misma manera que Herringsignifica
arenque y Garbitsch suena como garbage (basura)". Kevin Brownlow, el
mayor experto de Chaplin del mundo, comentó emocionado el hallazgo: "Ni yo
sabía que la escena había sido rodada. Significa que era crucial para él".
El historiador del cine -que dedicó un precioso documental
a las afinidades entre Hitler y Charlot, que además de compartir bigotes y la
fuerza escenográfica, también nacieron con solo cuatro días de distancia en
abril de 1889- estaba en Bolonia para dar una charla sobre otra importante
novedad en el universo Chaplin. Aunque este siempre se mostró riguroso a la
hora de conservar y tutelar su obra, mientras rodaba El gran dictador un colaborador le robó bastante
material. "En el set trabajaba un periodista",
cuenta Cenciarelli, corresponsal de la revista francesa Cinemonde, "que era un
verdadero fetichista chapliniano,
Robert Florey. De vez en cuando le sustraía unos recortes de cinta, negativos o
fragmentos de guion que el director descartaba. Preparó un álbum que regaló a
su redactor jefe y que los herederos interceptaron y lograron adquirir hace
poco en una subasta de Christie's". De allí salió otro fragmento inédito
de la estrella cómica: una página llena de indicaciones del director para la
actriz Paulette Goddard.
"Es la primera prueba escrita de cómo Chaplin dirigía
a sus actores. Solíamos pensar que él mismo interpretaba la escena y luego
pretendía de ellos nada más que una emulación suya. Ahora descubrimos que no
siempre fue así", concluye Cenciarelli.
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