El síndrome de Diógenes digital y la acumulación de archivos, aplicaciones y datos de manera excesiva, sin capacidad para gestionarlos
>> sábado, 14 de junio de 2025
Almacenar fotos o audios de forma compulsiva: el peligro del síndrome de Diógenes digital
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Alejandro Segalás
Alejandro Segalás
El síndrome de Diógenes digital es un trastorno relacionado con el uso compulsivo y descontrolado de dispositivos electrónicos y plataformas digitales. (Imágenes: Shutterstock)
La revolución tecnológica actual ha dinamitado escenarios convencionales y ha creado un nuevo ecosistema social en el que también aparecen nuevos problemas, trastornos o situaciones que merecen un abordaje profesional. Un claro ejemplo es el síndrome de Diógenes digital. Sí, el ser humano ha pasado de almacenar cosas de forma compulsiva en una casa a hacerlo en su nuevo hogar: los dispositivos móviles.
Pablo Bonilla, psicólogo y director del Gabinete de Psicología PsicoCeres, describe uno de los nuevos trastornos de la era digital. “El síndrome de Diógenes digital es un trastorno relacionado con el uso compulsivo y descontrolado de dispositivos electrónicos y plataformas digitales. Las personas que lo sufren acumulan archivos, aplicaciones y datos de manera excesiva, sin capacidad para gestionarlos, lo que les genera ansiedad, miedo al olvido o a perder algo importante”, describe.
La principal diferencia entre el Diógenes físico y virtual radica en el objeto de la acumulación. “En el síndrome de Diógenes físico, la acumulación es de objetos materiales sin valor aparente, lo que lleva a una acumulación desmesurada de basura. En el digital, la acumulación es de archivos y datos digitales, como fotos, videos o correos, lo que genera un caos informático”, remarca. En ambos casos, hay una incapacidad para organizar y soltar, lo que impacta negativamente en la vida de la persona, añade.
El trastorno radica en que “el miedo a borrar los archivos está relacionado con una sensación de inseguridad o temor a perder algo importante”, profundiza Bonilla. “Las personas pueden sentir que cada archivo es valioso o necesario, incluso si no lo han utilizado en mucho tiempo. Este miedo puede estar vinculado a una necesidad de control o a la ansiedad por la posibilidad de perder recuerdos, información relevante o incluso la sensación de ser olvidados, aun sabiendo que en la mayoría de las ocasiones son miedos o preocupaciones irracionales”, apostilla.
Fotos y vídeos, lo que más se acumula
Cada persona puede tener diferentes tipos de archivos, pero generalmente las fotos y videos son los elementos más acumulados de manera compulsiva. “Las fotos capturan recuerdos y emociones, lo que genera un apego emocional. Los audios y conversaciones también son comunes, especialmente en aplicaciones como whatsapp. Lo que demuestra la acumulación de estos elementos es una necesidad de preservar recuerdos o conexiones sociales”, expone Bonilla.
En cuanto a las franjas de edad más propensas a sufrir este síndrome, la fórmula es simple: a más uso, más posibilidades de padecerlo, por lo que los más jóvenes son los más propensos. “Los adolescentes y adultos jóvenes, que pasan mucho tiempo conectados, pueden caer en la trampa de la acumulación digital, especialmente con redes sociales, aplicaciones de mensajería y almacenamiento en la nube”, indica, aunque matiza que los adultos más mayores que utilizan habitualmente las nuevas tecnologías, especialmente el teléfono móvil, también pueden ser vulnerables a padecer este síndrome.
Por último, poner remedio a esta situación pasa por el orden. Tener una buena organización digital puede reducir el estrés y la sensación de agotamiento que muchas veces provoca la sobrecarga de información. “Al clasificar, eliminar o archivar el contenido innecesario, no solo mejora la el rendimiento y la funcionalidad de los dispositivos, sino que también alivia la carga cognitiva y emocional, promoviendo una sensación de mayor control y orden, lo que impacta positivamente en nuestra salud mental”, agrega Pablo Bonilla.
Acumular cosas innecesarias es un hábito muy de la vida actual y está a la orden del día, pero hacerlo de forma compulsiva puede desenterrar problemas más serios ocultos.
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