Archivos audiovisuales: custodios de las imágenes y sonidos, para preserva y conocer la verdadera historia
>> lunes, 6 de octubre de 2025
De la píldora de Buñuel al patrimonio audiovisual: archivos como extensiones de la imaginación
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El cine y la literatura son parte del patrimonio de la humanidad / Foto: Caio / pexels.com
En la historia del cine y la literatura nacional, se suscitó un fascinante encuentro entre el escritor Carlos Fuentes y el cineasta Luis Buñuel. En una de sus conversaciones, el autor de Terra Nostra le había preguntado al director de El ángel exterminador: “¿Cómo se pueden sostener estas visiones, cuando el cine depende de tantos intereses comerciales y de una tecnología que hace que muy pronto se vean viejas las películas?, ¿cómo se puede armonizar la libertad en la tecnología en el cine?”, ante estos cuestionamientos la respuesta de Buñuel fue alucinante: “La cumbre de la realización cinematográfica será alcanzada, cuando usted o yo, podamos tomar una píldora, apagar las luces, sentarnos frente una pared desnuda, y proyectar sobre ella, directamente desde nuestra mirada, la película que pase por nuestras cabezas”. Esa anécdota la cuenta con asombro el mismo Carlos Fuentes en su libro, Viendo visiones.
Esta charla entre Fuentes y Buñuel nos permite hacer importantes reflexiones sobre el cine, la literatura y los archivos para este mes de octubre, en el cual se conmemora el Día Mundial del Patrimonio Audiovisual, cuya fecha busca fomentar, según la UNESCO, la conservación de las imágenes en movimiento, así como salvaguardar estos bienes culturales.
Han pasado más de 60 años de aquella plática entre uno de los escritores y cineastas más relevantes que ha tenido México, y a la fecha no se ha logrado inventar la susodicha píldora para proyectar, desde nuestro iris, las películas imaginadas por nuestra mente; en las últimas décadas se siguieron empleando los carretes de fotogramas y, actualmente, el láser que ya proyecta las imágenes desde una computadora. Estas tecnologías traen consigo formatos de grabación que son y serán patrimonio histórico, los cuales además son, como las pastillas de Buñuel, una extensión de la imaginación.
No obstante, cuando nos referimos al patrimonio audiovisual, cabe señalar que este no sólo abarca el cine sino otros contenidos como programas de radio y televisión, entre otras grabaciones de video y de audio. Este registro nos permite dimensionar el pasado no sólo como un cúmulo de palabras escritas, sino como una presencia sonora y de imágenes que es posible evocar a través de archivos audiovisuales los cuales, por consiguiente, contribuyen a entender la Historia de una forma más sensorial y profunda.
Por ejemplo, si hubiera sido posible grabar El Grito de Dolores, muy seguramente el debate entre historiadores y el público en general, no estaría centrado en qué proclamó el cura Miguel Hidalgo, sino en qué quiso comunicar, es decir, en interpretar su mensaje no en conocer la exactitud de sus palabras.
A pesar de que nunca tendremos suficientes oídos y ojos para apreciar la diversidad de imágenes y sonidos que ha habido en el mundo a lo largo de la historia, los archivos brindan un cierto consuelo, ya que en ellos es posible hacer eco de algunas voces de alguien o algo que ya no está con nosotros, o de congelar rostros o paisajes que no se volverán a mirar en este suelo. En este sentido, una región tiene y ha tenido su propio universo audiovisual que forma parte esencial de su memoria e identidades.
En el caso de Chihuahua, así como en otras partes del mundo, es importante reflexionar sobre el patrimonio audiovisual que se debe preservar. Muy probablemente si pensamos en los sonidos que definen culturalmente a este territorio, se encontraría la pronunciación de esa “ch” fricativa, como un aire que se expulsa entre la lengua y los dientes; de las lenguas de los pueblos originarios, el rarámuri, ódame, warijó y o´oba; las manos que, como muchos aplausos, estiran la harina para hacer las tortillas; el paso del tren; el sonido metálico de las minas; el rumor del río y del viento de la Sierra; hasta el mismo silencio del desierto, entre muchísimo más sonidos e imágenes únicas e irrepetibles del estado.
Aún sin los “ojos biónicos” imaginados por Buñuel, lo que sostiene nuestras visiones son los archivos. Ellos custodian imágenes y sonidos que, al preservarse, se convierten en lo que el cineasta llamaba “un vehículo privilegiado para la poesía” y, por qué no, de la memoria también.
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