HACER LAS MALETAS TAMBIÉN SIGNIFICA LIMPIAR EL DISCO DURO
>> sábado, 28 de mayo de 2011
Como los
replicantes me estoy aficionando mucho a las fotos
http://blogs.periodistadigital.com / 28/05/2011 / Padre Fortea
Pronto tendré que hacer las maletas y recoger. Hoy día hacer las maletas también significa limpiar el disco duro. Y una de esas carpetas en la que estoy haciendo limpieza es el archivo titulado Mis imágenes. Hay fotos que me han acompañado durante meses. Imágenes a las que les tenía cariño. A veces por razones diversas y contradictorias, incluso.
Ahora todas ellas acabarán archivadas en alguna carpeta de la que me olvidaré. Archivar entre miles y miles de archivos es un modo de sepultar. Le digo adiós a una impresionante foto en blanco y negro de Borges, en la que aparece majestuoso, y sin embargo con un toque de tristeza, posando para la eternidad, como sólo él (ya ciego) sabía hacer. Se posa bien cuando ya nada esperas de la vida, como le ocurría a él a la edad en la que le hicieron la foto.
Tengo otra preciosa foto de un cuadro en tonos pastel, de una niña que se ha dormido leyendo un cuento, y los personajes del cuento pululan sobre la cama alrededor de su lectora durmiente. El cuadro trata de reflejar, de un modo acertadísimo, el sueño de la niña con la narración que leía. Es un cuadro dulce, lleno de amabilidad, con una escena muy estática (la niña que duerme) y sin embargo como difuminada entre brumas, las brumas del sueño.
Otra foto muy curiosa es la de un snakeholder. Uno de esos protestantes pentecostales que cojen serpientes con las manos. Este alza sus dos manos repletas de serpientes cascabel. Sonriente como un niño, sin jactarse de ello. Por una de esas ironías que tiene la vida, su rostro es casi idéntico al de Benedicto XVI. Yo que he leído todo lo que he podido sobre este extraño movimiento de los snakeholders, conozco a este hombre de algunas entrevistas en reportajes. Y no hay trampa ni cartón. Se parece mucho a Josef Ratzinger. Sea dicho de paso, las cascabeles que sostiene como si nada son de las que si te muerden, te vas al otro barrio.
Otra foto que he guardado todo el año, es la de un relieve romano (más o menos del siglo I) que muestra una suovetaurilia y en la que se ve un detalle que desde hace años estoy seguro que es el origen de la estola de los presbíteros cristianos.
Después tengo varias fotos de la película El nombre de la rosa. Tengo debilidad por esa novela, como sabéis. Sí, todo un teatro donde desfilan los distintos caracteres eclesiásticos. ¿Me pareceré a Guillermo de Basquerville/Sean Connery? Lamentablemente no. Ni siquiera en la voz. Completamente en la calva. Por lo menos lo deseo así. Pero quizá ni en la calva.
No os voy a cansar con más fotos. Todas acabarán, como las del año pasado, en el baul de los recuerdos. En una carpeta oculta bajo archivos y más archivos. Cuando muera dejaré trabajo para docenas de arqueólogos que quieran excavar en los discos duros diseminados por mi vida.
http://blogs.periodistadigital.com / 28/05/2011 / Padre Fortea
Pronto tendré que hacer las maletas y recoger. Hoy día hacer las maletas también significa limpiar el disco duro. Y una de esas carpetas en la que estoy haciendo limpieza es el archivo titulado Mis imágenes. Hay fotos que me han acompañado durante meses. Imágenes a las que les tenía cariño. A veces por razones diversas y contradictorias, incluso.
Ahora todas ellas acabarán archivadas en alguna carpeta de la que me olvidaré. Archivar entre miles y miles de archivos es un modo de sepultar. Le digo adiós a una impresionante foto en blanco y negro de Borges, en la que aparece majestuoso, y sin embargo con un toque de tristeza, posando para la eternidad, como sólo él (ya ciego) sabía hacer. Se posa bien cuando ya nada esperas de la vida, como le ocurría a él a la edad en la que le hicieron la foto.
Tengo otra preciosa foto de un cuadro en tonos pastel, de una niña que se ha dormido leyendo un cuento, y los personajes del cuento pululan sobre la cama alrededor de su lectora durmiente. El cuadro trata de reflejar, de un modo acertadísimo, el sueño de la niña con la narración que leía. Es un cuadro dulce, lleno de amabilidad, con una escena muy estática (la niña que duerme) y sin embargo como difuminada entre brumas, las brumas del sueño.
Otra foto muy curiosa es la de un snakeholder. Uno de esos protestantes pentecostales que cojen serpientes con las manos. Este alza sus dos manos repletas de serpientes cascabel. Sonriente como un niño, sin jactarse de ello. Por una de esas ironías que tiene la vida, su rostro es casi idéntico al de Benedicto XVI. Yo que he leído todo lo que he podido sobre este extraño movimiento de los snakeholders, conozco a este hombre de algunas entrevistas en reportajes. Y no hay trampa ni cartón. Se parece mucho a Josef Ratzinger. Sea dicho de paso, las cascabeles que sostiene como si nada son de las que si te muerden, te vas al otro barrio.
Otra foto que he guardado todo el año, es la de un relieve romano (más o menos del siglo I) que muestra una suovetaurilia y en la que se ve un detalle que desde hace años estoy seguro que es el origen de la estola de los presbíteros cristianos.
Después tengo varias fotos de la película El nombre de la rosa. Tengo debilidad por esa novela, como sabéis. Sí, todo un teatro donde desfilan los distintos caracteres eclesiásticos. ¿Me pareceré a Guillermo de Basquerville/Sean Connery? Lamentablemente no. Ni siquiera en la voz. Completamente en la calva. Por lo menos lo deseo así. Pero quizá ni en la calva.
No os voy a cansar con más fotos. Todas acabarán, como las del año pasado, en el baul de los recuerdos. En una carpeta oculta bajo archivos y más archivos. Cuando muera dejaré trabajo para docenas de arqueólogos que quieran excavar en los discos duros diseminados por mi vida.
0 comentarios :
Publicar un comentario