Francisco Gamoneda: impulsor del desarrollo de la archivología y la biblioteconomía en México.

>>  martes, 17 de septiembre de 2013

Francisco Gamoneda: hombre revolucionario
http://www.elfinanciero.com.mx/ 17/09/2013


Gamoneda bibliógrafo / Librerías, archivos y bibliotecas (FCE) es el título del volumen escrito por Xabier F. Coronado, en el que rescata del olvido la figura de un sobresaliente asturiano que arribó a México en 1909 para convertirse en el primero en sistematizar la clasificación de los archivos históricos de instituciones gubernamentales, experiencia que dio pauta para realizar el diseño curricular de la que, a la postre, sería una carrera profesional en la Escuela Nacional de Bibliotecarios y Archivistas, donde impartió cátedra hasta su muerte en 1953.
Bibliotecólogo, librero, archivista, divulgador cultural, profesor; pero, sobre todas las cosas, amante de los libros y hombre de trabajo, Francisco Gamoneda (Cangas de Tineo, Asturias, 1873-Ciudad de México, 1953) revolucionó casi todas las actividades en las que su espíritu inquieto estuvo inmerso.

-¿Considera que este volumen salda la cuenta pendiente que teníamos con este ser excepcional? -preguntamos al investigador de origen español Xabier F. Coronado.
-Ése fue el objetivo principal de mi investigación. Cuando tuve conocimiento de la magnitud de su obra, me di cuenta de que aquí se le debía ese reconocimiento.
-¿A qué viene Gamoneda a México en 1909?
-Tras haber combatido contra los norteamericanos en Filipinas y haber sido condecorado por ello en su país natal, él llega a México para ver si puede hacer algo en el ámbito de las librerías. Se pone en contacto con Enrique del Moral, quien era dueño de la Librería General, y, con el tiempo, acaba por revolucionar el concepto de las librerías. La propia Librería General (que estaba en la calle 16 de septiembre) era un recinto cerrado, como una tienda de abarrotes. Gamoneda lo que hace es abrir los espacios, pone mesas para leer, provee de un auditorio y organiza foros; es decir, también inaugura la idea de centro cultural. Hizo todo esto en dicho lugar, y luego en la Librería Biblos (en Bolívar 22). Ambos fueron centros de debate muy importantes para la época.
-Francisco Gamoneda es un hombre revolucionario en muchos sentidos, ¿cómo lo define usted?
-Si hubiera que hacerlo con una sola palabra, yo diría que era una persona de trabajo. De aquellas que se motivan con lo que hacen, se dedican a eso de cuerpo entero y casi nunca buscan reconocimiento público. En estos momentos tenemos muy olvidado a Gamoneda, pero de 1946, y hasta su muerte, en 1953, fue muy reconocido. Se podría decir que fue un coordinador de voluntades y, además, predicaba con el ejemplo; ésa es la única manera que tengo de explicar que haya podido hacer todo lo que hizo.
-¿De qué manera ingresa a la organización de archivos gubernamentales?

-Tras su experiencia como librero, en 1920 Gamoneda participa en el Congreso Nacional de Ayuntamientos y, poco después, lo nombran jefe de la Sección de Archivo del Ayuntamiento; ahí durante un año intensivo hace, junto con su equipo, lo que no se había hecho en tres siglos: organiza el Archivo Histórico de la Ciudad de México, funda la primera biblioteca del Ayuntamiento, y sienta las bases para lo que sería un museo. Todo esto, en lo que hoy es el Palacio de Gobierno del DF. Aquí cabe señalar que cuando Gamoneda organizó ese archivo también se encargó de encuadernar los legajos y de clasificar los materiales bajo un sistema que, 80 años después, sigue dando servicio a quienes van a consultar los documentos.

-¿Cómo realizó está clasificación?

-Gamoneda sistematizó la manera de clasificar los documentos. Una cosa extraña porque fue con el sistema decimal, que es utilizado por las bibliotecas; pero él lo trasladó a la forma de organizar archivos.

-¿Fue intuitivo?

-No; a pesar de que fue autodidacta, estaba muy bien preparado. Después de ese resultado, lo llamaron para organizar el archivo de la Secretaría de Hacienda, donde pasa los siguientes ocho años, hasta 1929. Como lo había hecho antes, ahí también organiza lo que se llama la Primitiva Biblioteca de Hacienda, que actualmente funciona con el nombre de Fondo Histórico de Hacienda. Gamoneda organizó la distribución de los espacios, la manera en que entraba la luz, el mobiliario, e, incluso, trajo los anaqueles, porque deseaba que fuera una reproducción del diseño de la Biblioteca del Escorial en Madrid.
-¿Existe alguna frase o máxima que sintetizara su afán bibliómano?
-Hay una cosa muy entrañable. Cuando yo comencé la investigación me fui a la biblioteca de Hacienda, laMiguel Lerdo de Tejada, a buscar libros en el acervo; ahí me encontré volúmenes de la biblioteca personal de Gamoneda, que su viuda donó a ese lugar, los cuales tenían un ex libris en latín, cuya traducción al español dice: “En época de prosperidad la erudición es un ornamento; en época de adversidad, un refugio.” Él fue un gran difusor del libro y la lectura, como manera de transmitir el conocimiento.
Tan así es que al salir de Hacienda, el Departamento del DF llamó a Gamoneda para organizar una red de bibliotecas populares en la ciudad. En total fueron 16. Pero lo más espectacular, a decir de Xabier F. Coronado, fue que diseñó un edificio de fácil construcción, que luego reprodujo en las distintas delegaciones.
Por si le hubieran faltado cosas por hacer, este asturiano también fue fundador y principal promotor del Grupo Ariel, que durante más de una década organizó actividades culturales en distintas sedes históricas y arqueológicas; dio clases en la escuela de archivistas de la Secretaría de la Defensa Nacional y organizó la Escuela de Bibliotecarios del Congreso de la Unión. Durante los últimos años de su vida se dedicó a transmitir sus conocimientos a los alumnos de la institución que profesionalizó todos estos conocimientos: la Escuela Nacional de Bibliotecarios y Archivistas. Así que él fue impulsor del desarrollo de la archivología y la biblioteconomía en México.



“Francisco Gamoneda —concluye el investigador— es uno de los grandes pioneros en todos estos ámbitos. Y, honestamente, mi libro ha querido mostrar su legado; también, constituirse como referencia para futuras investigaciones, ya que aún queda mucho por saber de él.”




Autor: Silvina Espinosa de los Monteros

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