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>> martes, 15 de mayo de 2012
Unas descargas que no perseguirá el FBI: pendrives en los muros de las grandes ciudades
http://noticias.lainformacion.com/ 13/05/2012
No es exactamente arte, pero sí podría considerarse una 'instalación'. Y desde luego es un sistema de descargas que no perseguirá el FBI.
Los cinco primeros 'pinchos' USB los implantó en 2005 en las paredes de Nueva York el artista berlinés Aram Bartholl, creador de Dead Drops, "una red peer-to-peer para compartir archivos de forma anónima, offline y en el espacio público".
El sistema es sencillo. Un ciudadano llega con su 'pendrive' cargado de contenidos, abre un pequeño agujero en la pared, y lo planta. Después añade la localización a una base de datos en la web de la iniciativa, para que cualquier otro usuario pueda encontrarlo y copiar o añadir información nueva.
"En una era de nubes en crecimiento y nuevos y modernos dispositivos sin acceso local a los archivos, necesitamos repensar la libertad y la distribución de los datos", reza el manifiesto de Dead Drops, una iniciativa reivindicativa en muchos sentidos. Por un lado, pone el dedo en la llaga de cada vez más populares Dropbox y Google Drive, en los que la información se guarda en servidores de grandes multinacionales.
Y, por otro, aporta una solución ingeniosa al problema de las descargas, perseguidas en medio mundo por las leyes antipiratería. El FBI puede cerrar Megaupload, ¿pero qué diferencia hay entre eso y unos cuantos centenares de pendrives asomando entre el cemento?
http://noticias.lainformacion.com/ 13/05/2012
No es exactamente arte, pero sí podría considerarse una 'instalación'. Y desde luego es un sistema de descargas que no perseguirá el FBI.
Los cinco primeros 'pinchos' USB los implantó en 2005 en las paredes de Nueva York el artista berlinés Aram Bartholl, creador de Dead Drops, "una red peer-to-peer para compartir archivos de forma anónima, offline y en el espacio público".
El sistema es sencillo. Un ciudadano llega con su 'pendrive' cargado de contenidos, abre un pequeño agujero en la pared, y lo planta. Después añade la localización a una base de datos en la web de la iniciativa, para que cualquier otro usuario pueda encontrarlo y copiar o añadir información nueva.
"En una era de nubes en crecimiento y nuevos y modernos dispositivos sin acceso local a los archivos, necesitamos repensar la libertad y la distribución de los datos", reza el manifiesto de Dead Drops, una iniciativa reivindicativa en muchos sentidos. Por un lado, pone el dedo en la llaga de cada vez más populares Dropbox y Google Drive, en los que la información se guarda en servidores de grandes multinacionales.
Y, por otro, aporta una solución ingeniosa al problema de las descargas, perseguidas en medio mundo por las leyes antipiratería. El FBI puede cerrar Megaupload, ¿pero qué diferencia hay entre eso y unos cuantos centenares de pendrives asomando entre el cemento?
En la actualidad, según los datos de la propia base de datos de Dead Drops, hay 883 dispositivos incrustados en ciudades de todo el mundo. Prácticamente no hay requisitos y la instalación no es demasiado compleja. Lo único que se pide es que el 'pendrive' se coloque en un lugar público y abierto, para que cualquiera pueda acceder a los datos.
El término 'dead drop' se inspira en las técnicas de los servicios de espionaje, que intercambiaban objetos y documentos utilizando localizaciones secretas que sólo ellos conocían, para evitar un contacto directo que pudiera dejar su identidad al descubierto.
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