Infames y famosos
El escritor y documentalista norteamericano Raynal Pellicer
reunió en un libro 500 retratos de celebridades y asesinos al momento de su
detención. Mug Shots es el título de este compendio gráfico que muestra tanto a
célebres artistas, intelectuales y luchadores ni bien perdieron la libertad
como a francotiradores impasibles y siniestros asesinos en serie que
fueron condenados a muerte.
Por Ángel Páez
A uno le cambia el rostro cuando lo detiene la policía. Inocente o culpable,
con o sin motivo, a uno se le muda la cara. Es inevitable. Especialmente frente
a la cámara fotográfica, las facciones se metamorfosean. La foto grafica con
hondura ese momento supremo de la humillación. Uno puede ser un famoso, un
temible asesino o un ciudadano cualquiera. El efecto es el mismo. Pregunten a
uno que haya sufrido la experiencia.
Eso
es lo que observó Raynal Pellicer cuando revisaba el archivo fotográfico del
museo de la policía de París y tropezó con Amélie Hélie, una prostituta que se
hizo famosa por haber sido amante de los cabecillas de dos bandas rivales que
atemorizaron la Ciudad Luz. El rostro de Hélie al momento de su detención, el 9
de febrero de 1902, era diferente al de la actriz Simone Signoret que la
encarnó en una película de 1952. Pellicer se dio cuenta de que las fotos de los
archivos policiales atrapaban una imagen distinta de la gente. Entonces se fue
a la búsqueda de otros archivos en el mundo para buscar fotografías similares y
halló a políticos prominentes, dictadores, asesinos en serie, capos de las mafias
italiana y neoyorkina, actores y cantantes, estrellas de Hollywood y
prontuariados ladrones de bancos, activistas y terroristas, figuras del rock,
entre otros.
En
Berna, Suiza, ubicó la ficha de detención de un trabajador italiano que dijo
llamarse Benito Mussolini, el 19 de junio de 1903. Lo acusaron de vagancia,
pero luego las autoridades verificaron que se trataba de un anarquista que
había llegado a la ciudad para organizar una revuelta de los obreros italianos.
En la foto Mussolini parece un ladrón de carteras.
El 11 de abril de 1919 fue un día feliz para los franceses: la policía detuvo a
Henri Désiré Landru, más conocido como “Barba Azul”, un asesino a quien se le
atribuye el asesinato de hasta 300 mujeres. La foto al momento de su detención
lo revela asustado, disminuido, acomplejado; no había en su mirada ningún
atisbo de la galantería, refinamiento y exquisitez, atributos con los que
engatusaba a las viudas a las que mataba para apropiarse de su dinero y bienes.
En
comparación, el mafioso Al Capone aparece con una falsa sonrisa en la imagen
que captó el Departamento de Policía de Miami, el 8 de mayo de 1930, al momento
de ser aprehendido para que respondiera por evasión de impuestos. Las
autoridades no pudieron probar su implicancia en la matanza de San Valentín ni
otros crímenes, por eso Capone parece decir en la fotografía que una vez más se
libraría de la cárcel. Pero no fue así. Lo condenaron a once años por fraude
tributario y pagó sentencia en el siniestro penal de la isla de Alcatraz.
Raynal
Pellicer ha publicado en el libro Mug shots: an archive of the famous, infamous
and most wanted medio millar de fotografías que rescató de los más increíbles
archivos judiciales y policiacos del mundo. “Mi propósito al rescatar estas
fotografías no fue rehabilitar o juzgar a estas personas sino revelar sus
verdaderos rostros para contrastarlos con la imagen que de ellas tiene la
memoria de la gente, muchas veces alimentadas por películas de ficción que se
hicieron sobre sus vidas”, dice Pellicer.
Sinatra
y la mujer casada
El
27 de noviembre de 1938, a los 22 años de edad, cuando había comenzado su
carrera de cantante, Frank Sinatra fue detenido por el comisario del condado de
Bergen bajo la acusación de mantener relaciones con una mujer casada, lo que se
consideraba un delito en la época. El joven artista de ojos azules al año
siguiente grabaría “One love”, su primer éxito, y se casaría con Nancy Barbato.
Pero nunca dejó de perseguir a las mujeres. Digamos que la categoría de
estrella no inhibe a la policía para arrestar a una. Aunque a veces se les pasa
la mano. El 10 de diciembre de 1967, en pleno concierto en New Haven,
Connecticut, el líder de la banda The Doors, Jim Morrison, fue intervenido
cuando estaba frente a los asistentes. Lo acusaron de incitar a la violencia y
de resistencia a la autoridad. No sería el único de la época. Justo luego de
concluir una presentación en Tampa, Florida, el 17 de noviembre de 1969, el
comisario local dispuso la aprehensión de la rockera Janis Joplin por
“perturbar el orden público, comportamiento vulgar y lenguaje obsceno sobre el
escenario”. Joplin aparece desgreñada y perturbada, mientras que Morrison mira
desafiante a la cámara.
“De
acuerdo con los policías a los que conocí durante la búsqueda de las imágenes,
estas fotografías retratan un instante muy estresante de la persona detenida,
lo que una fracción de segundo de una vida”, señala Raynal Pellicer. En el caso
de la actriz Jane Fonda, el 3 de noviembre de 1970. En un tiempo en que era
conocida por liderar marchas contra la guerra en Vietnam, la policía del
aeropuerto de Cleveland la abordó bajo la sospecha de llevar barbitúricos y de
golpear a un policía. Al momento de ser fotografiada, instantáneamente Fonda
levantó el puño izquierdo en señal de protesta. Sin embargo, mayor problema
tuvo el genial guitarrista Jimi Hendrix, apresado en el aeropuerto de Toronto
el 3 de mayo de 1969 al encontrársele heroína y hachís en la maleta. “Pusieron
esa droga sin mi conocimiento”, argumentó y salió libre. Menos suerte tuvo David
Bowie, a quien el 25 de marzo de 1976, al término de un concierto en Nueva
York, la policía le descubrió marihuana y lo envió a prisión. Tuvo que pagar
una fianza de dos mil dólares.
La
millonaria terrorista
En
febrero de 1974, Patty Hearst, la nieta y heredera del magnate de la prensa
William Randolph Hearst, fue plagiada por el Ejército Simbiótico de Liberación
(ESL), una pequeña banda terrorista marxista-leninista de California. La
familia pagó por el rescate seis millones de dólares en alimentos distribuidos
a los pobres. Pero Hearst desapareció hasta que la cámara de un banco asaltado
por un grupo del ESL, en abril del mismo año, contribuyó a identificar a Patty
entre los atacantes. Luego de otros operativos con el ESL, el 18 de septiembre
de 1975 acabó bajo las manos del sheriff de San Mateo, San Francisco, que la
fotografió al día siguiente. Para la gente fue una sorpresa observar un rostro
afilado y duro de terrorista, muy alejado de la niña mimada de una familia
multimillonaria. Ya lo decía Raynal Pellicer, la foto de la detención saca a
flote una imagen oculta.
Uno
de los hallazgos más perturbadores es la historia fotográfica del homicida
Robert Stroud. Fue detenido en 1909, 1912, 1922, 1951, 1956 y 1959. Nacido en
1890, murió en 1963, a los 73 años, de los cuales 54 los pasó en la prisión.
Incluso encerrado, nunca dejó de cometer delitos. La serie de fotografías de
sus ingresos a la cárcel parece el registro de la transformación de un hombre
en un monstruo. Probablemente quienes retratan a los detenidos no se dan
cuenta, pero cuando un detenido se enfrenta a una cámara eterniza una
personalidad que esconde, para bien o para mal.