Rescatan un archivo perdido durante un siglo
>> viernes, 30 de agosto de 2013
Resucitan 230.000 soldados muertos en la Gran Guerra
http://www.elconfidencial.com/ 30/08/2013
El milagro vuelve a los archivos. Durante casi un siglo, 250.000 cajas con cartas personales y últimas voluntades de 230.000 soldados británicos de la Primera Guerra Mundial han permanecido olvidadas entre los archivos del Gobierno y el Ministerio de Defensa del Reino Unido. La cifra supone un cuarto de los soldados del Reino Unido que murieron durante la Gran Guerra, de la que el próximo año se cumplen 100 años.
El Gobierno contactó con la empresa Iron Mountain y le encargó laclasificación, catalogación, digitalización y conservación de estos cientos de miles de documentos, que han cifrado en 41 millones de voluntades, que no llegaron a sus familias. Ahora han sido liberados enun sitio web, en el que solo los familiares pueden recuperar los manuscritos de sus antepasados fallecidos. Pueden buscar en el índice por nombre, fecha de nacimiento, número de regimiento, y pagar una tarifa de 6 libras (al más de 7 euros) o voluntad por copia.
Los historiadores británicos que han tenido acceso al archivo ya han adelantado que se trata de una documentación imprescindible que revela la vida real de los soldados. Un gran mosaico de intimidades en medio de la batalla. El profesor Peter Simkins, presidente de la Western Front Association e historiador en el Imperial War Museum, ha encontrado la última voluntad de su tío abuelo, Frank Hill. Ha comentado, el diario Mail Online, que en 1917 se morían o quedaban heridos al día el equivalente a tres batallones de infantería.
Emociones silenciadas
En una de las cartas, fechada el 10 de agosto de 1914, se puede leer cómoJoseph Ditchburn, del segundo batallón de infantería ligera Durham, escribe a su madre: “Me atrevo a decir que esta será la última carta que recibirás de mí hasta que la guerra haya terminado, ya que estoy listo para saltar al frente en cualquier momento”. Y en la misma misiva: “Madre, ten coraje, estaré bien. Hay cientos de madres en las mismas circunstancias y si yo muriera, lo haré con buen corazón y con todo tu amor sobre mis labios”. El soldado murió un mes más tarde, antes había dispuesto como última voluntad devolver a su familia sus ropas y que llevaran a reparar su bicicleta. “Es una máquina muy buena y lo vale”
Tal y como informa el diario citado, Mick Fleetwood, el batería de la mítica banda de rock Fleetwood Mac, ha descubierto entre los archivos que suabuelo John murió por disentería en un hospital de Malta, el 30 de diciembre de 1915, después de participar en la sangrienta campaña de Gallipoli.
Las voces de la guerra más sangrienta del siglo XX regresan de la oscuridad y el silencio. Se hacen presentes, como la de Harry Lewis Lincoln, soldado que escribió a su esposa Clara: “Nos han dado un disco de hojalata con nuestro número, nombre y regimiento para llevarlo alrededor del cuello. Así nos identificarán si nos matan”, descubre el periódico The Guardian. “Tenemos que pelear como tigres para poder obtener comida. Algunos consiguen mucha y otros ninguna. Cuando tenemos dinero es difícil poder gastárselo, si vas a la cafetería o a la cantina tienes que esperar dos horas hasta que llegue tu turno”.
El rescate de los héroes
Según avanza el escrito, Harry descubre a su esposa lo que poco a poco se hace evidente para las naciones implicadas en la batalla, que no será algo breve: “Cariño, esta guerra va a ser peor de lo que pensaba, algunos creen que no durará ni un mes, otros que durará tres años. Nuestros oficiales nos han dicho esta mañana que será una guerra larga y dura”. “Si muero en acto de servicio habrá una medalla o algo para mí, espero que intentes conservarla para que nuestro niño la pueda llevar cuando crezca”. Murió a los 26 años, el 5 de mayo de 1915 en Ypres. No tiene tumba conocida.
Helen Grant, responsable en el Ministerio de Justicia de tribunales, aseguró que “este fascinante proyecto ha abierto una puerta a una nueva percepción de nuestros héroes de guerra. Nos ha dado la oportunidad de escuchar por primera vez los pensamientos y emociones de esos valientes soldados que murieron por su país”.
Estas voluntades se conservan en un lugar seguro, a cargo de Iron Mountain, a las afueras de Birmingham, y las copias digitales han quedado almacenadas en el centro de datos en Milton Keynes. Cada copia se guarda cuidadosamente en cajas de PH neutro, en habitaciones climatizadas e ignífugas, donde los archivos sobrevivirán a perpetuidad. Todas esas emociones, miedos, deseos, ya lo hicieron durante un siglo y en condiciones mucho peores. Un milagro.
El milagro vuelve a los archivos. Durante casi un siglo, 250.000 cajas con cartas personales y últimas voluntades de 230.000 soldados británicos de la Primera Guerra Mundial han permanecido olvidadas entre los archivos del Gobierno y el Ministerio de Defensa del Reino Unido. La cifra supone un cuarto de los soldados del Reino Unido que murieron durante la Gran Guerra, de la que el próximo año se cumplen 100 años.
El Gobierno contactó con la empresa Iron Mountain y le encargó laclasificación, catalogación, digitalización y conservación de estos cientos de miles de documentos, que han cifrado en 41 millones de voluntades, que no llegaron a sus familias. Ahora han sido liberados enun sitio web, en el que solo los familiares pueden recuperar los manuscritos de sus antepasados fallecidos. Pueden buscar en el índice por nombre, fecha de nacimiento, número de regimiento, y pagar una tarifa de 6 libras (al más de 7 euros) o voluntad por copia.
Los historiadores británicos que han tenido acceso al archivo ya han adelantado que se trata de una documentación imprescindible que revela la vida real de los soldados. Un gran mosaico de intimidades en medio de la batalla. El profesor Peter Simkins, presidente de la Western Front Association e historiador en el Imperial War Museum, ha encontrado la última voluntad de su tío abuelo, Frank Hill. Ha comentado, el diario Mail Online, que en 1917 se morían o quedaban heridos al día el equivalente a tres batallones de infantería.
Emociones silenciadas
En una de las cartas, fechada el 10 de agosto de 1914, se puede leer cómoJoseph Ditchburn, del segundo batallón de infantería ligera Durham, escribe a su madre: “Me atrevo a decir que esta será la última carta que recibirás de mí hasta que la guerra haya terminado, ya que estoy listo para saltar al frente en cualquier momento”. Y en la misma misiva: “Madre, ten coraje, estaré bien. Hay cientos de madres en las mismas circunstancias y si yo muriera, lo haré con buen corazón y con todo tu amor sobre mis labios”. El soldado murió un mes más tarde, antes había dispuesto como última voluntad devolver a su familia sus ropas y que llevaran a reparar su bicicleta. “Es una máquina muy buena y lo vale”
Tal y como informa el diario citado, Mick Fleetwood, el batería de la mítica banda de rock Fleetwood Mac, ha descubierto entre los archivos que suabuelo John murió por disentería en un hospital de Malta, el 30 de diciembre de 1915, después de participar en la sangrienta campaña de Gallipoli.
Las voces de la guerra más sangrienta del siglo XX regresan de la oscuridad y el silencio. Se hacen presentes, como la de Harry Lewis Lincoln, soldado que escribió a su esposa Clara: “Nos han dado un disco de hojalata con nuestro número, nombre y regimiento para llevarlo alrededor del cuello. Así nos identificarán si nos matan”, descubre el periódico The Guardian. “Tenemos que pelear como tigres para poder obtener comida. Algunos consiguen mucha y otros ninguna. Cuando tenemos dinero es difícil poder gastárselo, si vas a la cafetería o a la cantina tienes que esperar dos horas hasta que llegue tu turno”.
El rescate de los héroes
Según avanza el escrito, Harry descubre a su esposa lo que poco a poco se hace evidente para las naciones implicadas en la batalla, que no será algo breve: “Cariño, esta guerra va a ser peor de lo que pensaba, algunos creen que no durará ni un mes, otros que durará tres años. Nuestros oficiales nos han dicho esta mañana que será una guerra larga y dura”. “Si muero en acto de servicio habrá una medalla o algo para mí, espero que intentes conservarla para que nuestro niño la pueda llevar cuando crezca”. Murió a los 26 años, el 5 de mayo de 1915 en Ypres. No tiene tumba conocida.
Helen Grant, responsable en el Ministerio de Justicia de tribunales, aseguró que “este fascinante proyecto ha abierto una puerta a una nueva percepción de nuestros héroes de guerra. Nos ha dado la oportunidad de escuchar por primera vez los pensamientos y emociones de esos valientes soldados que murieron por su país”.
Estas voluntades se conservan en un lugar seguro, a cargo de Iron Mountain, a las afueras de Birmingham, y las copias digitales han quedado almacenadas en el centro de datos en Milton Keynes. Cada copia se guarda cuidadosamente en cajas de PH neutro, en habitaciones climatizadas e ignífugas, donde los archivos sobrevivirán a perpetuidad. Todas esas emociones, miedos, deseos, ya lo hicieron durante un siglo y en condiciones mucho peores. Un milagro.
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