Los Archivos en la Memoria Colectiva de la Ciudad

>>  lunes, 24 de febrero de 2020

Los archivos salen al rescate de las historias anónimas de Barcelona
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Los equipamientos recopilan todo tipo de documentos para “completar” el pasado de la ciudad


Una ciudad es un gran escenario en el que hay una trama principal, pero alrededor de la cuál pasan otras muchas cosas que complementan a la historia protagonista, que la enriquecen, que permiten entender mejor la intriga estrella... Los archivos de la ciudad, el histórico, el contemporáneo o el fotográfico, pero también los de cada uno de los distritos, se reivindican como cuidadores de todas esas historias, que no se pueden definir como secundarias, pero que ayudan a entender la principal.
Custodios de la memoria colectiva piden, eso sí, colaboración ciudadana: las donaciones son su cimientos, los recuerdos anónimos, para ellos, lo pueden ser todo. “En estos momentos nos interesa mucho la documentación relacionada con el feminismo o con todo lo que tiene que ver con los movimientos LGTBI”, subraya el archivero jefe del Consistorio, Joaquim Borràs. “Intentamos que la gente sea consciente de que hay mucha información que está en las familias, en las asociaciones y entidades que es parte también de la historia de la ciudad. No sólo es la información y la documentación que produce el Ayuntamiento”, añade el responsable municipal que defiende con pasión el papel de estos equipamientos en la suma de la construcción de la memoria colectiva.

Porque la historia de la ciudad, argumenta, son también los dietarios de las hermanas Amat que dibujan, con palabras, los años 20 del siglo XX y el estallido de la Guerra Civil. O las obras manuscritas de José Casellas, el autor teatral de finales del siglo XIX cuyas creaciones estuvieron perdidas más de medio siglo... Lo son también las fotografías de Carme Garcia que desde la azotea de su casa –su marido no veía bien su pasión y mucho menos que se profesionalizara– reflejó la ciudad de 1935 hasta mediados de los años 80... (a partir de sus fotos se ha editado un libro: Carme Garcia. Des del terrat ).
En la actualidad, los equipamientos municipales atesoran y preservan más de 60 kilómetros de documentación –es la distancia que sumarían si se pusieran una al lado de la otra todas las cajas que están en los estantes–, así como unos tres millones de fotografías. Unos archivos que no están llenos de polvo y en los que sus empleados no trabajan con manguitos. Tampoco huelen a humedad o a naftalina.
De hecho, lo que buscan es ser lo más permeables posible. “Estamos abiertos a escritoresinvestigadores... A todos los ciudadanos, eso sí, con cita previa”, apunta Borràs, que explica que los archiveros también hacen, literalmente, trabajo de campo: paseanpreguntan y abren más de un container a lo largo del día... Y, además, cuentan con una red de captación de contenido, a través de cronistas de barrios, historiadores y entidades.
“Si se enteran de que alguna documentación corre peligro, ha fallecido una persona que puede aportar información interesante o puede desaparecer una entidad o un comercio centenario se ponen en contacto con nosotros”, explica. El objetivo, por el que trabajan, es que los propios ciudadanos sepan que hay un espacio al que llevar sus recuerdos. “Una donación es un reconocimiento, un ejercicio cívico de reconocimiento”, sentencia Borràs.
Durante el año 2019, los archivos de Barcelona recibieron más de medio centenar de donaciones: varias colecciones y más de 127.000 fotografías. Entre estas, unas 700 en régimen de comodato por 20 años que pertenecieron al archivo de la familia Martí Codolar, cuyos actuales propietarios son los salesianos. “Es una colección de fotos familiares, pero también las del primer zoo de Barcelona. Forma parte de esta colección una imagen de la visita de San Juan Bosco a Barcelona”, añade Borràs, que también exhibe con orgullo otra donación, en este caso, del archivo municipal de Sant Andreu, un pergamino municipal de 1426.
“Un historiador local que había sido becario del archivo lo encontró en un mercado de libros y documentos antiguos de Vic. Consideró que tenía que estar en el archivo y lo compró. Nosotros lo incorporamos, lo conservamos, lo restauramos, lo digitalizaremos y lo pondremos en nuestro catálogo en línea”, explica el archivero jefe de la ciudad de Barcelona. “Para nosotros es muy importante porque completan la visión que tenemos muchas cosas”, insiste Joaquim Borràs.

Imagen de uno de los dietarios de las hermanas Amat de Gràcia
Imagen de uno de los dietarios de las hermanas Amat de Gràcia (César Rangel)

“A veces nos traen una parte de la documentación: a veces muy cuidada otras veces en bolsas. Pero siempre valoramos la importancia de la documentación para la memoria del distrito, del territorio o de la ciudad. Depende del valor va a un archivo u otro... Y si se trata de pergaminos antiguos va al histórico”, apunta, por su parte, Glòria Gimeno, responsable del archivo municipal del distrito de Gràcia.
Y lo afirma justo delante de un grupo de dietarios, recientemente donados, que van del año 1923 a 1937 y que escribieron las hermanas Amat: solteras, creyentes y de Gràcia.
“Hemos estado trabajando toda la tarde en el jardín sin haber oído un solo tiro en todo el día y a eso de las siete se han oído varios y nos hemos entrado en la galería. Allí, a las siete y media, llaman al timbre, va Rosina a abrir y vemos a cuatro hombres armados que nos dicen que abramos la puerta. Rosina la abre y entran en el recibidor uno apuntando con el revolver preguntándonos si teníamos armas y donde estaban los hombres de la casa...”. El texto reproducido es parte de lo que una de las hermanas escribió el 22 de julio de 1936.

Se dieron por desparecidas durante décadas

Gràcia conserva las obras teatrales de José Casellas

“Estos dietarios nos los trajo un familiar de aquellas hermanas. Vimos que eran importantes y firmamos un contrato de cesión”, añade Gimeno, mientras, con delicadeza muestra otro de los tesoros (todos son tratados como tal) más recientes de su archivo: las obras manuscritas de José Casellas, autor teatral de finales del siglo XIX, que también llegó a estar al frente de uno de los teatros de Gràcia.
“En este caso fue una persona que llamó al distrito y habló con la técnica de cultura. Le dijo que tenía unas obras de teatro de su tío abuelo que habían estado en la buhardilla muchos años. Llamaba por si algún grupo amateur del distrito quería representarlas...”, explica Gimeno que apunta que, en este caso, se da la circunstancia que son unas obras de teatro de las que el archivo ya tenían constancia... Porque durante décadas habían estado desparecidas, desde que Casellas murió, entorno al año 1936.

Una de las obras manuscritas del autor teatral José Casellas
Una de las obras manuscritas del autor teatral José Casellas (César Rangel)

“Hay un escrito de un señor en una revista en la que se queja de su muerte, sin pena ni gloria, que se había tenido que vender su biblioteca y que lo único que había conservado eran todas sus obras de teatro en una maleta”, continúa la trabajadora municipal. “Si no fuera por donaciones se particulares a lo mejor no tendríamos imágenes de la nevada de 1962 en Gràcia”, añade.
La archivera también muestra el cuaderno de la escuela de una niña –Rafaela Calvo– que donó su hija, Glòria Picazo, que data del año 1937 y que recoge una redacción de la entonces menos sobre la Guerra Civil: “Si tienes paz todo está tranquilo y en cambio si hay guerra siempre tienes aquella preocupación...”.
El cuaderno sirvió para ilustrar una exposición sobre la infancia y la contienda en el año 2019. Se conserva en el archivo de Gràcia junto a varias carpetas de documentación sobre la mítica editorial Bruguera, que cedió al archivo Helena Larreula, viuda de Vicenç Palomares que fue trabajador del sello durante décadas: redactor, autor de guiones... Y también coordinador de títulos emblemáticos como Mortadelo y colaboró en tebeos como Tio vivo El Capitán Trueno.
Palomares ya ejerció en vida de cronista de la mítica editorial: en el archivo está parte de su vida. “Tenemos entre otras muchas cosas las cartas que se intercambió con Ricardo Sanz, que estuvo en la revuelta de La Canadiense”, manifiesta Gloria Gimeno. Una relación epistolar con el escritor, pero también dirigente anarquista (uno de los fundadores del grupo anarquista Los Solidarios, el de Buenaventura Durruti y Juan Garcia Oliver), que se alargó durante décadas mientras Ricardo Sanz estaba en el exilio.
“¿Quién iba a decir que del fondo sobre una editorial iban a salir todas estas cartas?”, pregunta la archivera. Y es que, no siempre todo es lo que parece o se puede pensar inicialmente. Pasa también con el fondo de la Cooperativa de Tejedores a mano de Gràcia, que donó al archivo de este distrito el último presidente de esta entidad que se fundó en 1876. Una documentación en la que abunda el material gráfico sobre actuaciones teatrales durante los años 20 y la Guerra Civil (su sede fue el Teatreneu).
Recuerdospequeños tesoros del pasado que están abiertos a escritores o investigadores dispuestos a descubrir, también, viejas historias... Quizás olvidadas, pero gracias a los archivos, vivas.
Autor: BARCELONA



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