"La necesidad de conservar el pasado para reconstruir el presente"
>> lunes, 10 de junio de 2013
Mari Luz Retuerta: "Consultar archivos es un derecho, no algo para eruditos"
http://www.elperiodico.com/ 10/06/2013
http://www.elperiodico.com/ 10/06/2013
Archivera de emociones. La directora del Arxiu Comarcal del Baix Llobregat hace que los documentos cobren vida.
«Para ti todo, absolutamente todo; para mí mi hija solamente, que es mi todo». La lectura de las cartas que documentan los años de lucha de una joven madre para recuperar a su hija durante un divorcio en 1932 pone la piel de gallina. Es una de las muchas historias rescatadas de los cuatro kilómetros de estanterías de este archivo que alberga fondos notariales, judiciales, empresariales, privados y personales, así como el fondo de Elena Francis y de la escritora Joana Raspall. En vísperas del Día de los Archivos, Retuerta reivindica la necesidad de conservar el pasado para construir el presente.
-¿Cuál es el documento más antiguo que conservan?
-Un pergamino del siglo XI de un fondo patrimonial. Estaba en una carpeta escondida en el sótano del palacio Falguera, que está aquí en Sant Feliu de Llobregat. El palacio era del marqués de Castellbell, un título que perteneció al escritor José Luis de Vilallonga. Su sobrino, el músico Alfonso de Vilallonga, viene a veces a consultar el archivo.
-Los aristócratas se cuidan bien de conservar sus documentos.
-Son las fuentes que más se guardan, junto a las administrativas. Pero si solo guardamos este tipo de documentos la visión que dejamos para los que vienen refleja poco la vida cotidiana. Es importante que ingresen otros fondos, como los de los movimientos sociales del 15-M y la Plataforma de Afectados por la Hipoteca (PAH). Sin esas fuentes la historia siempre será la historia del poder.
-Usted halló miles de cartas del consultorio radiofónico de Elena Francis apiladas en una masía y las rescató. ¿Qué valor tienen?
-Tenemos unas 70.000, una parte pequeña. Lo bueno de esta fuente es que da voz a protagonistas de la historia que normalmente no la tienen, en este caso mujeres de clase baja. Pero para que los archivos adquieran un papel social hay que dar visibilidad a este tipo de documentos.
-¿Cómo?
-A través de las emociones. Por ejemplo, en una ocasión elegimos algunas cartas enviadas al consultorio de Elena Francis y organizamos un taller para leer fragmentos en voz alta. Una mujer empezó a leer la historia de una criada andaluza que vino a servir a unos señores catalanes, las penalidades que pasó, la nostalgia que sentía... No pudo continuar: «Es como mi vida», sollozaba. La gente tiene que saber que consultar los archivos es un derecho de todos, no algo solo para eruditos.
-La imagen de los archivos es bastante menos emocionante.
-El público en general nos ve como una cosa oscura y antigua, pero también somos muy modernos. Hemos digitalizado todos los padrones de habitantes del siglo XIX hasta mediados del XX y nos llegan muchas consultas de América.
-Todos los seres humanos estamos vinculados por documentos.
-Los archivos guardan la memoria, los documentos que acreditan la identidad y los derechos de una persona y también de una colectividad. Toda la reivindicación del pueblo saharaui, por ejemplo, se basa en que se consideren saharauis todas las personas que estaban en el padrón que hizo el Estado español. Este documento, el censo de 1970, es la base de la reivindicación de un pueblo y está en un archivo.
-Si quieres someter a un pueblo, borra su memoria.
-Fíjese la cantidad de documentos que se destruyeron en Kosovo, en las dictaduras de Argentina y Chile o aquí mismo. Recuerdo que en los años 80 me avisaron de que la Guardia Civil de Sant Feliu se trasladaba. Antes de que se fuera pude llegar a ver su archivo, lleno de fichas de gente represaliada por el franquismo, todo fantásticamente organizado. No hubo manera de que dejaran el archivo en la ciudad.
-¿Dónde está?
-Quizá lo destruyeron o, en todo caso, no está a disposición del público. También se destruyeron casi todos los archivos de la Falange, porque no interesaba que salieran a la luz ciertos documentos. Los archivos permiten que no haya impunidad, gracias a los archivos las cosas quedan y no se olvidan y ese es su principal valor. Por eso hay que preservarlos.
«Para ti todo, absolutamente todo; para mí mi hija solamente, que es mi todo». La lectura de las cartas que documentan los años de lucha de una joven madre para recuperar a su hija durante un divorcio en 1932 pone la piel de gallina. Es una de las muchas historias rescatadas de los cuatro kilómetros de estanterías de este archivo que alberga fondos notariales, judiciales, empresariales, privados y personales, así como el fondo de Elena Francis y de la escritora Joana Raspall. En vísperas del Día de los Archivos, Retuerta reivindica la necesidad de conservar el pasado para construir el presente.
-¿Cuál es el documento más antiguo que conservan?
-Un pergamino del siglo XI de un fondo patrimonial. Estaba en una carpeta escondida en el sótano del palacio Falguera, que está aquí en Sant Feliu de Llobregat. El palacio era del marqués de Castellbell, un título que perteneció al escritor José Luis de Vilallonga. Su sobrino, el músico Alfonso de Vilallonga, viene a veces a consultar el archivo.
-Los aristócratas se cuidan bien de conservar sus documentos.
-Son las fuentes que más se guardan, junto a las administrativas. Pero si solo guardamos este tipo de documentos la visión que dejamos para los que vienen refleja poco la vida cotidiana. Es importante que ingresen otros fondos, como los de los movimientos sociales del 15-M y la Plataforma de Afectados por la Hipoteca (PAH). Sin esas fuentes la historia siempre será la historia del poder.
-Usted halló miles de cartas del consultorio radiofónico de Elena Francis apiladas en una masía y las rescató. ¿Qué valor tienen?
-Tenemos unas 70.000, una parte pequeña. Lo bueno de esta fuente es que da voz a protagonistas de la historia que normalmente no la tienen, en este caso mujeres de clase baja. Pero para que los archivos adquieran un papel social hay que dar visibilidad a este tipo de documentos.
-¿Cómo?
-A través de las emociones. Por ejemplo, en una ocasión elegimos algunas cartas enviadas al consultorio de Elena Francis y organizamos un taller para leer fragmentos en voz alta. Una mujer empezó a leer la historia de una criada andaluza que vino a servir a unos señores catalanes, las penalidades que pasó, la nostalgia que sentía... No pudo continuar: «Es como mi vida», sollozaba. La gente tiene que saber que consultar los archivos es un derecho de todos, no algo solo para eruditos.
-La imagen de los archivos es bastante menos emocionante.
-El público en general nos ve como una cosa oscura y antigua, pero también somos muy modernos. Hemos digitalizado todos los padrones de habitantes del siglo XIX hasta mediados del XX y nos llegan muchas consultas de América.
-Todos los seres humanos estamos vinculados por documentos.
-Los archivos guardan la memoria, los documentos que acreditan la identidad y los derechos de una persona y también de una colectividad. Toda la reivindicación del pueblo saharaui, por ejemplo, se basa en que se consideren saharauis todas las personas que estaban en el padrón que hizo el Estado español. Este documento, el censo de 1970, es la base de la reivindicación de un pueblo y está en un archivo.
-Si quieres someter a un pueblo, borra su memoria.
-Fíjese la cantidad de documentos que se destruyeron en Kosovo, en las dictaduras de Argentina y Chile o aquí mismo. Recuerdo que en los años 80 me avisaron de que la Guardia Civil de Sant Feliu se trasladaba. Antes de que se fuera pude llegar a ver su archivo, lleno de fichas de gente represaliada por el franquismo, todo fantásticamente organizado. No hubo manera de que dejaran el archivo en la ciudad.
-¿Dónde está?
-Quizá lo destruyeron o, en todo caso, no está a disposición del público. También se destruyeron casi todos los archivos de la Falange, porque no interesaba que salieran a la luz ciertos documentos. Los archivos permiten que no haya impunidad, gracias a los archivos las cosas quedan y no se olvidan y ese es su principal valor. Por eso hay que preservarlos.
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