SOFWARE PARA RECONSTRUIR 600 MILLONES DE TROZOS DE PAPEL DESTRUIDOS TRAS LA CAÍDA DEL MURO DE BERLÍN

>>  miércoles, 15 de febrero de 2012

Con sofisticado sistema, buscan restaurar los archivos de la Stasi
El software que diseñó el ingeniero Bertram Nickolay y un grupo de ayudantes a comienzos del nuevo siglo, está instalado en un computador gigante en una sala especial, ubicada en la primera planta del Instituto Frauenhofer IPK de Berlín y cuyo acceso está restringido a un selecto grupo de científicos que trabajan bajo las órdenes del ingeniero, quien tiene entre sus manos la complicada y delicada tarea de reescribir un capítulo de la historia reciente de Alemania que aún despierta recelo.
El software diseñado por Nickolay y sus ayudantes fue bautizado como "ePuzzler", un nombre apropiado para la hazaña que tiene por delante el grupo de trabajo: reconstruir un puzzle gigantesco de más de 600 millones de trocitos de papel, que puede arrojar muchas luces sobre los métodos de trabajo de la famosa Stasi, la policía secreta de la ex RDA, los "pecados" cometidos por el régimen y el nombre de sus agentes infiltrados en las más altas esferas de los países enemigos del paraíso comunista alemán.
En una pieza habilitada en el cuarto piso del Instituto Frauenhofer y que es utilizada como una sala de exhibición, el doctor Nickolay mostró a La Tercera cómo funciona el software que empezó a diseñar en su cerebro a mediados de los años 90.
El escáner memoriza el tamaño, el color, la letra, el grosor del papel y el contorno de los trocitos. La información es enviada al computador, que se encarga de seleccionar, con la ayuda del programa "ePuzzler", las minúsculas piezas del puzzle, para luego iniciar la reconstrucción. En pocos segundos aparece en un monitor la página en su versión original.
Bertram Nickolay tenía 45 años cuando vio en la televisión un reportaje que mostraba el trabajo de un grupo de artesanos, que armaban con paciencia infinita trozos de papel en las dependencias de una pequeña oficina oficial en Zirndorf, una localidad cerca de Nürenberg. "Pensé que armar ese puzzle gigantesco podría ser un gran desafío para mi división y también para arrojar un poco de luz sobre un método siniestro de la Stasi", dijo el ingeniero.
El gobierno había ordenado, en febrero de 1995, iniciar la reconstrucción manual del contenido de unos 16.000 sacos repletos con restos de documentos secretos.
Cuando el fin del régimen comunista era inminente los agentes de la Stasi llevaron a cabo su última misión en defensa del socialismo: destruir los documentos más comprometedores que estaban almacenados en el cuartel central del organismo que dirigió Erich Mielke, el famoso "señor del miedo". El frenético trabajo de destrucción, primero en forma mecánica y, posteriormente, a mano, duró hasta el 15 de enero de 1990.
Ese día, una multitud, armada con rabia acumulada durante 40 años, asaltó el edificio y descubrió miles de sacos repletos de documentos destrozados que habían sido elaborados por 90.000 espías a sueldo y un ejército de 170.000 informantes que tenían la misión de vigilar, día y noche, a una población de 16 millones de personas.
En los últimos 16 años, los artesanos de Zierndorf lograron reconstruir cerca de un millón de páginas, entre ellas, 10.000 documentos, en su mayoría elaborados en la sección "Sección principal XX", que tenía la misión de combatir a la oposición política en la ex RDA y de otros departamentos como el espionaje en el extranjero.
Los rompecabezas recompuestos revelaron las vidas paralelas del profesor de Teología, Heinrich Flick, ex rector de la Universidad Humboldt de Berlín y del antiguo obispo de Turingia, Ingo Bräcklein. Los documentos demostraron que ambos habían trabajado para la Stasi como informantes.
"Los artesanos también reconstruyeron un documento que resume el contenido de una reunión donde los jerarcas solicitaban autorización a Moscú para invadir Polonia y acabar definitivamente con ese país", recuerda el doctor Nickolay. "Pensaban igual que los nazis. Por suerte, Moscú no respondió a la petición".
Pero el trabajo artesanal encerraba un dilema. La reconstrucción de los 16.000 sacos tardaría 700 años. Por eso, el gobierno decidió poner en manos de Nickolay la titánica tarea de armar el puzzle más grande del mundo con la ayuda del software. La restauración de 400 sacos concluirá en junio próximo.
El ingeniero y sus ayudantes saben que tienen entre sus manos una misión histórica y que ha despertado el interés en otros países europeos que, al igual que la ex RDA, sufrieron el rigor de una dictadura comunista.
El doctor Nickolay también tiene un interés personal en el gran proyecto de su vida. Su gran amigo Jürgen Fuchs, un famoso escritor disidente de la RDA, tenía 48 años cuando falleció, en 1999, víctima de un cáncer a la sangre.
El escritor tenía 25 años cuando fue detenido por primera vez por la Stasi y a lo largo de su cautiverio, según historiadores que han intentado reconstruir el sistema de terror del general Mielke, fue sometido a sesiones de irradiación radiactiva que le habrían gatillado la leucemia.
"Si puedo reconstruir la página que demuestre que Jürgen fue sometido a un baño radiactivo que le causó la muerte, le habré hecho justicia a mi amigo y a todas las víctimas anónimas de ese sistema", dice Bertram Nickolay.

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