El porqué del uso de criterios archivísticos en el acceso a documentos en un archivo historico

>>  jueves, 16 de enero de 2014

El deterioro de la memoria escrita (V): lápiz, guantes y delicadeza
http://archivisticayarchivos.wordpress.com/ 16/01/2014

“El guardián de los manuscritos me da un lápiz y seis delicadas hojas para que haga mis notas. Me recuerda que también debo dejar mi libreta de apuntes y mi birome en uno de los lockers. Y muy amablemente me indica un pupitre en el que puedo esperar por una de las cajas que solicité. Antes de ello, debo lavar cuidadosamente mis manos en un lugar especialmente dispuesto para esos fines en la antesala de lectura.”  
Juan José Mendoza, 8 de marzo de 2013

Juan José Mendoza describe de esta manera su toma de contacto con los manuscritos conservados en la Firestone Library de la Universidad de Princeton. El obligado empleo de lápiz y el abandono del bolígrafo antes de acceder a la sala, así como el preceptivo lavado de manos previo a la toma de contacto con los documentos, se convierten, bajo la expresión literaria de Mendoza, en un verdadero ritual. Pero eso sí, en un ritual ejemplar que, por desgracia, no se cumple en muchos de nuestros archivos y centros de documentación.
guantes2¿Por qué no puedo utilizar bolígrafo? ¿Por qué no puedo acceder a la sala con mi bolso y mis papeles? Pero… ¿Necesito guantes para consultar este documento? ¿Cómo… Qué no puedo calcar este plano? Necesito urgentemente una fotocopia de esta fotografía… ¿no pueden fotocopiarla? Estas, y otras muchas preguntas similares, son habitualmente efectuadas por los usuarios de los archivos, sobre todo –aunque no siempre- por los más inexpertos. Llegando éstos a una conclusión muy simple:

¡qué pesados y raros son los archiveros!
¡no hacen sino complicar las cosas!

Pero no. Ni somos pesados ni complicamos las cosas. Simplemente hacemos nuestro trabajo y velamos por la adecuada conservación de los documentos con la finalidad de que en el futuro puedan seguir siendo accesibles y consultados por otros usuarios e investigadores. Porque la apropiada manipulación de los documentos, su adecuada instalación, y la adopción de medidas óptimas para su traslado y exposición podemos considerarlas tareas fundamentales que han de presidir el trabajo en cualquier archivo. Es cierto, debemos facilitar el acceso, pero también tenemos la obliglación de velar por la adecuada conservación de la documentación que custodiamos.
El trato delicado ha de estar presente en cualquier acto y gesto guantearchivístico. Asi, pasar los folios, limpiar mecánicamente, instalar un documento, exponer o digitalizar un expediente, son tareas todas que deben estar presididas por una exquisita manipulación, tanto con el material más antiguo como con los papeles más actuales, puesto que éstos en algún momento también serán antiguos y han de llegar a esa edad en las mejores condiciones posbles.
¿Por qué usar guantes? La grasa, el sudor, el empleo de cremas de manos, etc., son agentes externos que dañan la documentación. Si día tras día los documentos son consultados sin guantes la huella de los usuarios quedaría reflejada sobre los folios favoreciendo la alteración del soporte y de los elementos sustentantes. Por otro lado, incluso por higiene personal -evitándose afecciones cutáneas- es conveniente el empleo de guantes.

¿Y el lápiz? Puede parecer obvio que, por precaución, no deban utilizarse en el ámbito archivístico tintas de difícil o imposible eliminación. Por todos es conocido aquel usuario -e incluso, en otros tiempos, aquellos archiveros- que anotaban, comentaban o signaban los documentos in situ con plumas o bolígrafos, marcas que, con el paso del tiempo, han quedado perennes sobre ellos, desvirtuando el aspecto original de los mismos. Por el contrario, los escrito a lápiz es fácilmente eliminable. No obstante, omitir cualquier tentación de escribir sobre los documentos es la mejor solución, sea a cual sea el instrumento que empleemos para escribir.

Los archiveros debemos formar -y formamos- a los usuarios con la finalidad de que el tratamiento de la documentación sea la correcta durante la consulta, debiendo tener los que consultan la voluntad y sensibilidad necesarias para comprender la importancia que presenta el patrimonio documental que tienen entre las manos. A pesar de ese papel de formadores que tenemos los archiveros, no es menos cierto que en algunas ocasiones, las malas prácticas de los responsables de la documentación pueden hacer que ésta sufra más de lo debido. En este sentido una deficiente instalación, con el paso del tiempo, acarrea numerosos problemas a la estabilidad y consistencia física de los documentos, haciéndose necesaria la intervención urgente con la finalidad de evitar que el deterioro contiúe.
arrugas
La deficiente instalación originó dobleces y deformaciones ocasionadas por la caída vertical del documento por su propio peso.
© El Museo Canario
planchado




Una vez alisados los folios quedó patente el deterioro causado por el doblez, no pudiéndos eliminar del todo la ondulación central.
© El Museo Canario
Un ejemplo de ello podemos ilustrarlo con las siguientes imágenes. En ellas podemos observar cómo una inadecuada instalación fue el origen de dobleces y arrugas que hicieron peligrar la integridad del documento al sufrir desgarros en la línea marcada por el doblez. En esta ocasión, el estado que presentaba el expediente obligó a intervenir, procediéndose al alisado de los folios a través de un planchado. Este procedimiento les devolvió su aspecto original, elminando la curvatura causada por la caída sobre sí mismo de los papeles a raíz de la instalación vertical en una caja

medio vacía, pero sacó a la luz los cortes, grietas y pérdidas que ésta había causado sobre el soporte.

Porque la fragilidad del patrimonio documental hace preceptivo un trato delicado y un constante control y observación sobre el material custodiado con la finalidad de evitar que el deterioro casuado por agentes que podemos controlar termine con nuestro patrimonio documental. Usar guantes, utilizar lápiz, impedir el uso de instrumentos con tintas permanentes, exigir un trato delicado de los documentos, instalar de manera adecuada los expedientes e incluso, restringir el acceso por razones de conservación, no nos hace raros. Nos hace responsables.
Publicado por: Fernando Betancor Pérez

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